sábado, 20 de octubre de 2012

ALMACÉN LA SULTANA


El emprendedor comerciante e industrial José cabrera a los once años de fundar su establecimiento principal, la papelería “La Española”, en 1919 decidió diversificar sus actividades mercantiles inaugurando “La sultana”, un establecimiento ubicado en el número en el número 9 de la Avenida y destinado a la venta tejidos, peletería, bordados y artículos de fantasía, así como confecciones y perfumería. Creemos que esta iniciativa duró escaso tiempo, pues el 15 de julio de 1922 abrió en el número 2 de la calle del General marina un almacén de productos manipulados de papel. Depósito trasladado en 1930 a su ubicación actual, el número 8 de la avenida de los Reyes Católicos, allí donde anteriormente estuvieron las oficinas de GASELEC.
   Uno de los productos de mayor prestigio distribuidos por “La Española” fue el papel de fumar “BAMBU”, fabricado por las “Papeleras Reunidas” de Alcoy, del cual era agente exclusivo en la zona.
   En la actualidad la oferta de los establecimientos fundados por José Cabrera es muy extensa, y a los tradicionales productos ha unido los suministros de oficina, material escolar y educativo, manualidades, recuerdos de Melilla y productos desechables, de un solo uso destinados a las fiestas. De estos últimos “La Española” es la principal comercializadora local.
   El inquieto espíritu de los hombres que han dirigido y mantienen el rumbo de “La Española”, siempre ha sido propicio a toda clase de innovaciones tendentes a facilitar aquello que pueda resultar de interés a la clientela melillense. En los cien años de fecunda actividad de este establecimiento, ejemplos ilustrativos de la sagacidad empresarial no han faltado.A título orientativo podemos exponer que en el mes de septiembre de 1921 José Cabrera distribuyó en exclusiva en la zona de Melilla un croquis de bolsillo muy útil para los militares españoles desperdigados bélicamente por el entorno geográfico de nuestra ciudad. Y años después, en 1924, nuevamente nuestro activo empresario puso en circulación otro croquis. 
   En los últimos tiempos Carlos Castañeda haciendo un laudable esfuerzo económico, que no espiritual, comercializa estampas y figuras de la Patrona de Melilla, Nuestra Señora la Virgen de la Victoria.

ALMACENES DE MARCELO NOGALES RUIZ "LA TIENDA COLORÁ"


                                                                                             
Así fue conocido popularmente durante años el importante establecimiento comercia propiedad de Marcelo Nogales Ruiz. El nombre oficial de la tienda era el de su propietario, más durante poco tiempo y en torno al año 1916 se le rotuló “El Porvenir”. Pero casi en toda su existencia el establecimiento fue conocido por “La tienda colorá”, debido a estar pintada de este color. También podemos resaltar que su techo fue decorado por un importante pintor, como era habitual que lo estuvieran los más significativos locales público. A partir del año 1945 su denominación pasó a ser “Almacenes Selagón”-Nogales al revés-.

El establecimiento primero estuvo instalado en lun establecimiento construido de madera a la salida de la Puerta de Campo, en la actual Plaza de España, junto a la entrada del Parque Hernández, donde se ubicó el antiguo café Cambrinus, y después en el populoso Barrio del Carmen, concretamente en su calle principal, “La Cañada”, que era como la llamaban sus antiguos vecinos y en la actualidad recibe el nombre oficial de Avenida de Castelar. En el año 1912 Don Marcelo decidió ampliar su negocio a la vista del futuro esperanzador de la economía melillense a tenor de la implantación del Protectorado en Marruecos, y eligió un nuevo emplazamiento más céntrico. Un amplio local con fachadas a las calles hoy conocidas por Abdelkader y Severo Ochoa, donde se ubica el estudio fotográfico ”Demanuel”. También durante algun tiempo el comercio se extendió por los bajos de la casa inmediata de los Navarrete, ofreciendo fachada a la Avenida.

“La tienda colorá” era un enorme almacén donde se podía encontrar casi de todo y tenía orientada sus ventas tanto al mayor como detall, por ello podía ofrecer unos precios ventajosísimos a su clientela tanto local como diseminada por el territorio limítrofe marroquí bajo influencia española, e incluso por la zona bajo dominio francés cercana. En él se proveían muchos trajinantes de esos que iban de zoco en zoco con sus puestos ambulantes mostrando las mil y una maravillas del progreso occidental, y al mismo tiempo básicas para cualquier hogar, igual para un colono español o una familia bereber. Campamentos y posiciones del Ejército o bien modesto soldado.

Marcelo Nogales en su local y a través de representantes ofrecía una rica gama de materiales de quincallería, medias, calcetines, productos de perfumería, alpargatas, encajes bordados, juguetes, papel y sobres. Algunos lotes de estos pliegos de escribir y sobres llevarían estampadas imágenes de campamentos, posiciones, de Melilla o bien exóticos motivos orientados a satisfacer los gustos de sus potenciales compradores, los soldados destinados en la región, para ser utilizados como elementos gráficos demostrativos de la estancia en el tan temido como subyacente continente africano.

Don Marcelo también contó con establecimientos en Tetuán y Nador, e igualmente disponía de representantes que visitaban los comercios de los protectorados español y francés, en este ultimo se desplazaban hasta la región de Fez, En el desarrollo de la Primera Guerra Mundial también mantuvo representantes en Argelia.

“La tienda colorá” por su enorme volumen de venta comercializó productos fabricados especialmente para ella, como fueron los jabones marca ”Gurugú” y “Marcelo”, producidos por “Perfumería Floralia”.

En el año 1936, en plena guerra civil española, para paliar en parte la incidencia en su establecimiento de la crisis comercial y dificultades de aprovisionamiento derivadas del conflicto, decidió ampliar sus horizontes empresariales y convertirse además en industrial. El Sr. Nogales comenzó a gestionar la instalación de una fábrica de hilaturas.

El paso de los años, la independencia de Marruecos y la fuerte competencia de potentes industrias hicieron desaparecer “Hilaturas del Rif”, y más tarde también cerró sus puertas la firma” Selagón”, sucesora de “La tienda colorá, aquel tan célebre como bien surtido comercio fundado por el emprendedor Don Marcelo Nogales Ruiz”


LA ESPERANZA


Introducción
   En España, la muerte del dictador en 1975 no sólo propició la reinstauración de la Democracia. Sino que dio lugar a una modernización de la sociedad, así como ésta perdiera mucho de sus atávicos complejos. Entre los numerosos cambios que se produjeron estuvo el e cómo afrontar el complejo problema de las personas minusválidas. Fue entonces cuando estas personas dejaron de denominarse genéricamente subnormales. Siendo además por aquellos años cuando todos los melillenses recocieron la gran labor realizada por el célebre masajista Lázaro Fernández, cuya figura perdura dando nombre al polideportivo del Barrio del Real
  En   la actualidad no existe en Melilla ninguna empresa dedicada a la producción textil. Sin embargo en el pasado, desde comienzos del siglo XX y hasta aproximadamente el año 1965 funcionaron en nuestra ciudad numerosos talleres de confección de ropa militar, una fabrica de impermeables e incluso una industria  elaboradora de bobinas, plegadores y madejas de hilo.
Un entramado industrial que dio ocupación a un buen número, miles de melillenses, generalmente mujeres que trabajaban a destajo en sus humildes domicilios a la luz de un quinqué.
Disponer de una máquina de coser en periodos de enorme paro y crisis generalizada, suponía la única posibilidad para subsistir, Así no nos extraña que cuando el atemorizado vecindario del Real se refugió en el Pueblo huyendo de los hombres armados de Abdelkrim que habían llegado hasta los límites del Barrio tras el Desastre de Annual. En aquel tórrido y trágico verano de 1921. Algunas mujeres tomaron en brazos sus máquinas de coser, mientras obligaba a sus hijos pequeños a cogerse de las faldas.
Pues bien, cuando se había arrinconado, casi olvidado en Melilla su importante pasado textil. Surgió en 1978 una nueva fábrica cargada ilusión “La Esperanza”
Una ilusión
   La empresa manufacturera de prendas interiores femeninas “La Esperanza” comenzó su andadura en el año 1976, como mero proyecto, una ilusión de un padre, Yehudá Sadia Benquigui Belilty. Quien jubilado como socio del céntrico establecimiento de artículos de regalo recientemente desaparecido Neguri, sintiéndose mayor y preocupado por el futuro de sus hijas con dificultades para encontrar trabajo por sus minusvalías. Luego de dos años de esfuerzos que encontraron el valioso apoyo en Laureano Folgar Villasenín, entonces portavoz del Servicio de Rehabilitación de Minusválidos de Melilla. Y desde mayo de 1978 Delegado Provincial de Obras Públicas y Urbanismo en nuestra ciudad. El 28 de marzo de 1978 inicia su actividad “La Esperanza”, como una empresa de régimen cooperativista. Compuesta por 28 productoras, de las cuales 22 era minusválidas y que trabajaban en dos turnos con la finalidad de sacar mayor partido a la maquinaria.
Siendo las prendas textiles a confeccionar de mediana calidad: bragas, sujetadores, combinaciones e incluso pantalones vaqueros destinados a la exportación a Marruecos y Venezuela, a través del comerciante local Elías Amselem.
En los primeros días de su puesta en funcionamiento, “La Esperanza” esperaba producir 300 docenas de bragas en cada uno de sus dos turnos.
Para que esta iniciativa llegara a cristalizar el señor Benguigui también contó con la inestimable ayuda de la Administración Central, que aportó subvenciones, apoyo del diputado por Melilla del partido Unión del Centro Democrático, José Manuel García Margallo y Marfil y como no, del Ayuntamiento regido en aquellos momentos por el Alcalde Luis Cobrero Acero, y que aportó el local donde se instaló la nueva industria melillense. Un inmueble que había albergado a una escuela pública, sita en los inicios de la calle Jiménez e Iglesias del Barrio del Real. Próximo al desaparecido “Refugio”, donde se internaban por las autoridades a los menores delincuentes y vagabundos del vecino país. En la actualidad el solar de la fábrica ha pasado a formar parte del Instituto de Enseñanza Segundaria “Miguel Fernández”.
Agradecimiento     
En su edición del día 28 de octubre del año 1978, el diario “El Telegrama de Melilla” publicó en la sección “Cartas al Director” un escrito firmado por el gerente de la fábrica “La Esperanza”, Yeudá Sadia Benguigui Belilty. Un valioso testimonio que pone en evidencia el enorme corazón de quien había creado la empresa, así como nos ilustras algunos aspectos de su génesis.
A continuación extractamos en texto que mencionamos:
“Agradecimiento de los minusválidos de         Melilla
…Soy padre de dos chicas minusválidas, y esta circunstancia me ha movido a intentar montar una industria que diera trabajo y garantizara el futuro de mis hijas y de otras jóvenes melillenses en las mismas circunstancias. Y, aunque parezca raro, desde el primer momento encontré ayuda entusiasta y desinteresada. Por una parte, el Ayuntamiento nos facilitó un local adecuado; por otra parte, la colaboración eficaz de don Laureano Folgar Villasenin y el entusiasmo en la  lucha por las cosas de Melilla que siempre pone nuestro diputado Sr. García Margallo, hicieron posible la concesión de una primera aportación a fondo perdido para la instalación de la cooperativa La Esperanza, que hoy da trabajo a treinta personas, de las cuales veintiséis son minusválidas.
Recientemente se ha conseguido otro crédito para la ampliación de plantillas y actividades, y antes de un año, si Dios nos ayuda, dará trabajo a unas ochenta personas.
Soy una persona muy mayor, modesta, a la que no le gusta sensacionalismo, pero no puedo dejar de dar las gracias públicamente a quienes han hecho posible esta realidad. Al Ayuntamiento, al Sr. Folgar y, fundamentalmente al Sr. García Margallo mi agradecimiento más profundo, en nombre de todos los minusválidos de mi querida Melilla.
Creo que trabajando así, haríamos de nuestra Melilla una ciudad mejor. Flaco servicio se le hace a una sociedad hablando por hablar sin hacer nada.
Muchas gracias y un afectuoso saludo”
¡Que no nos quiten las bragas!      
   Este fue el título del sugestivo artículo que nuestro amigo el publicista y periodista Andrés Hernández Pozo, publicó en la revista de la Navidad del año 1979 editada por la antigua agencia de publicidad AVANZA.
Un artículo satírico donde puso en evidencia la grave crisis económica que padecía entonces, finales del año 1979 la pequeña industria ocal “La Esperanza”, dedicada a la fabricación de bragas.
En esos momentos trabajaban en ella unas veinte mujeres que cobraban 35 pesetas por hora trabajada. Consiguiendo así 280 pesetas por toda una jornada de esfuerzo. Escasos emolumentos muy difíciles de conseguir a tenor de las constantes subidas de las materias primas y necesidad de reducir los costes de producción a fin de hacer competitivo el producto en el mercado. De aquí que Hernández para hacer atractivo el texto de denuncia social, lo iniciase con estos párrafos: “! Nos están bajando las bragas continuamente y nosotras no podemos hacer nada por impedirlo ¡Necesitamos que nos la suban para poder sobrevivir….Dicho así de pronto, parece una novela pecadora…Aquí se hable de bragas, porque de una fábrica de bragas se trata. Una fábrica modesta, pero una fábrica en sí, y con ilusiones, pretensiones, deseos, esfuerzos, en fin todo lo que hace falta para seguir siendo y ampliándose”.
Y es que curiosamente, a pesar de las graves dificultades económicas, sus empleados, minusválidos y mujeres sin empleo, seguían soñando, acariciando la idea de ampliar sus instalaciones a dos naves anexas y dar ocupación a 100 o 150 personas. Para finalmente recordar Andrés Hernández que esta industria comenzó a funcionar el 28 de marzo de 1978 como empresa privada, que por falta de dinero se transformó en cooperativa de minusválidos. Así como vendía s producción al Sr. Benguigui.
Epílogo
Antes del año de su inauguración, el 2 de enero de 1979 Yehudá Benguigui falleció a la edad de 69 años. Tomando la dirección de la empresa un individuo procedente de Málaga que no prestó suficiente interés, pues la fábrica entró en crisis y se vió en la necesidad de cerrar hacía el año 1984. Vendiéndose y repartiéndose sus enseres entre los cooperativistas.
El 10 de enero de 1985 la Federación d3e Halterofilia local recibió las llaves de “La Esperanza”, para después de algunas obras transformar el local en un gimnasio que fue inaugurado a finales del mes de julio del año 1985.
Algunas de las chicas que habían trabajado en la cooperativa, entre las que se encontraban las hijas del señor Benguigui, encontraron nueva ocupación en IRESA, una empresa creada en 1980, se dedicó a la fabricación de componentes eléctricos, reactancias, dando empleo casia en un ochenta por ciento de minusválidos. Y también tuvo una efímera vida pues cerró a finales del año 1983.